Relatos de vida: mi primer y segundo libros
“…Escribir, es lo que más me apasiona… es cuando más libre y conectada me siento. Cuando me centro en mi ser, las palabras fluyen desde el infinito. Sin poner la mente, solo escribir lo que se oye en mi interior.” Cecilia Harrison
“…Escribir, es lo que más me apasiona… es cuando más libre y conectada me siento. Cuando me centro en mi ser, las palabras fluyen desde el infinito. Sin poner la mente, solo escribir lo que se oye en mi interior.” Cecilia Harrison
Escribo desde que mi madre me enseñó las letras, a mis 4 años de vida.
A hablar, aprendí a mis 8 meses, y según ella (mujer de pocas palabras), no paraba de hablar todo el día, a toda hora.😂
Durante mis cuatro y cinco años mi padrino y adorado tío Fifo, me llevaba de paseo a la confitería. Allí nos sentábamos y conversábamos hasta que atardecía. Estaba encantado con nuestras divertidas charlas interminables, las que guardo con ternura y agradecimiento en mi corazón.
Pero escribir, siempre fue mi pasión.
Mi primer escrito fue a los 6 años: “¿Que es un niño?”, allí escribí acerca de mi hermana, 3 años y medio menor que yo, Anita, ¡Que para mí era una niñita!
A los 8 años escribí mi primer libro, de cuentos para niños, e ilustrado por mí con “jovis”☺️ una superproducción casera en un cuaderno con tapa de Sarah Kay, en plena época de los 80.
Hace poco, cuando fui a visitar a mi padre, me entregó aquel cuaderno-libro perdido durante tantos años, que encontró guardado en el altillo.
Un aluvión de sentimientos trajo aquel acontecimiento. Un viaje hacia el pasado para reencontrarme con mi niña interior . Y recordé el que había sido mi primer sueño, ¡Ser escritora e ilustradora de historias para niños!
El segundo libro lo escribí entre los 12 y los 19 años, inspirada por el amor y apenada por el des-amor. “Memorias del Corazón”. Tenía sus hojas manuscritas en un cuaderno, hasta que a mis 19 años, el trabajo práctico del momento era diseñar la tapa para un libro, y allí mismo, artesanalmente, tomó forma el segundo libro.
Siempre disfruté de los dones artísticos que traje a esta vida. Tuve el contacto interno desde muy pequeña, sabiendo que los talentos que traía, los aprendí en anteriores vidas. Siempre fui consciente de esto, por eso cuando en la pre-adolescencia, sintonicé con el Budismo y conocí el concepto de lo que llaman “reencarnación”, para mí esto era natural, parte de lo que había vivenciado con mis recuerdos de otras vidas.
Dibujar y pintar con técnicas como el óleo o la acuarela, lo hacía sin que nadie me lo enseñara, solo fue tomar los elementos y comenzar a pintar paisajes montañosos, lagos y amaneceres.
Modelar en 3d el cuerpo humano a la perfección, fue solo tomar contacto con arcilla y dejarme llevar.
En el arte de la costura, a los 8 años bordaba flores en pañuelos, con mi abuela Audelina. Y ese mismo año cosí a mano mi primer delantal de cocina, que aún conservo maravillada por la prolijidad.
Con la música pasó parecido. Crecí rodeada de música por parte de las familias de mamá y de papá, todos tocaban algún instrumento y cantaban. No me faltó oportunidad de tener contacto con los instrumentos musicales desde pequeña y darme cuenta de que a todos los conocía y les sacaba música por mi cuenta. A los 8 tocaba flauta y guitarra. _¡Que oído tiene la Cecilia! decían los tíos. Autodidacta es la palabra con la que una vez alguien me etiquetó. Y yo adopté la etiqueta. Pero en realidad sé, que siempre estuve recordando, llendo hacia adentro, escuchando mi interior y dejándome llevar.
Por eso escribir, es lo que más me apasiona.
Porque es cuando más libre y conectada me siento. Cuando me centro en mi ser, las palabras fluyen desde el infinito. Sin poner la mente, solo escribir lo que se oye en mi interior.
Cecilia Harrison
❤️
Alma Canopus
“Compartiendo relatos de vida”.